08.08.2008 08:43

Consumir pescado de forma regular reduce el riesgo de sufrir un ictus cerebral

Los beneficios del pescado son suficientemente conocidos en el mundo de la nutrición y la dietética. Sus ácidos grasos Omega 3 han sido asociados a un sinfín de refuerzos alimenticios saludables. Un estudio publicado en la revista 'Neurology' demuestra, además, que entre las ventajas de la despensa marina se encuentra también la prevención de anomalías cerebrales que pueden pasar desapercibidas.

El infarto cerebral 'silencioso' es rápido, impetuoso y especialista en obstruir las arterias, provocando la falta de oxígeno. Su presencia puede pasar desapercibida en algunos exámenes médicos. Los adultos de mayor edad son el colectivo más propenso a sufrir este tipo de ataques, asociados a problemas de demencia. Sin embargo, a la muralla de la prevención se suma al ejercicio físico el consumo de pescado, especialmente el de atún.

En contra de los informes de la FDA, publicados cinco años atrás, en los que desaconsejaba la ingesta de atún por su relativamente alto contenido de mercurio, el producto estrella de la industria conservera se consolida como uno de los pescados más beneficiosos para combatir el riesgo de anomalías vasculares en el cerebro, según el trabajo.

Para llegar a esta conclusión, los autores del estudio han evaluado a 3.360 pacientes menores de 65 años que se habían sometido a una resonancia magnética entre 1992 y 1994. Un 20% de los mismos fue descartado por haber desarrollado un caso vascular encefálico. Los datos derivados de la prueba fueron contrastados con nuevas revisiones realizadas cinco años después, a las que accedieron un total de 2.313 personas. La información nutricional de los evaluados se consiguió sometiéndolos a varios cuestionarios alimenticios.

Observando las dietas de los pacientes, los científicos fineses han advertido que aquellos que consumían pescado al menos tres veces por semana tenían menos daños cerebrales asociados con cuadros de ictus o hemorragias encefálicas, en comparación con los que sólo lo ingerían una vez al mes. De esa manera, el estudio recoge que "cada ración semanal de atún u otro tipo de pescado reduce el riesgo de sufrir una anomalía cardiovascular 'silenciosa' en un 7%". Las imágenes obtenidas por medio de las resonancias mostraban, además, que la materia blanca de los individuos que incluían regularmente este alimento en su dieta se encontraba en mejor estado (ya que los daños en la misma eran un 10% menores).

Ácidos grasos del pescado

No gozan de los mismos beneficios los preparados de pescado y fritos que se incluyen entre los productos de comida rápida, como las barritas o las hamburguesas. Éstos agregan a sus componentes básicos grasas saturadas o ácidos grasos trans, que no sólo aumentan los niveles de lipoproteínas de baja densidad en la sangre, sino que también disminuyen lo que comúnmente conocemos como " colesterol bueno", provocando un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.

Por el contrario, el atún (también en conserva), el salmón, las sardinas, la caballa y, en general, tanto pescados blancos como azules, contienen ácidos eicosapentaenoicos (EPA), componentes que el organismo necesita para sus múltiples estructuras celulares.

Los ácidos grasos Omega 3, especialmente los EPA, son responsables de que la fluidez de la sangre sea mayor y de que su viscosidad no sea alta, ya que un empeoramiento en la circulación sanguínea podría aumentar las posibilidades de padecer una trombosis.

Los ácidos grasos Omega 3 y el aceite de pescado se encuentran en la alimentación de los países mediterráneos, de Japón y de Groenlandia, donde hay una menor incidencia de infartos y derrames cerebrales que en regiones como Estados Unidos o Europa Central.

Los autores del estudio concluyen que se evidencia la necesidad de mantener una dieta equilibrada que no desplace al pescado del plato del individuo, ya que "reduce los ictus isquémicos o hemorrágicos" y recuerdan que se trata de una cuestión "de suma importancia, dada la alta incidencia de estos eventos en los adultos de mayor edad".

Fuente: https://elmundo.es/elmundosalud/2008/08/04/neurociencia/1217871956.html

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